Allá va, con sus trajes blancos,
con un lucero de guía,
caminando a pies descalzos,
vagando de noche y de día.
A la noche cansada,
un bolígrafo y papel,
poesía a su mano ataba,
sin versos que esconder.
Cada noche que pasaba,
cada noche que escribía,
los versos se escapaban
de su bella poesía.
Y a la luz de la luna escribía
la preciosa y joven poetisa,
una estrofa más le añadía
a su larga poesía.
Irene Bariego (1ºESO)
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